En medio de la crisis social que atraviesa nuestra comarca, la campaña electoral se posiciona como un paréntesis donde la sobreactuación, las banalidades y egos se elevan hasta el absurdo. Este es el modelo de negocio del bipartidismo, que no duda en engullir a quienes con buenas o malas intenciones imitan su empresa.
Si las frases vacías, propuestas abstractas y las rifas de tombolero barato sirvieran para conquistar el exiguo poder institucional, cualquier individuo, con la capacidad de escribir el panfleto de propaganda de Carrefour, podría desbancar a quienes dejaron con gripe el tejido industrial y ahora venden crecepelo contra la despoblación.
El bipartidismo es la banca, y la banca siempre gana. En Ponferrada, este juego macabro mete a la ultraderecha en las instituciones mientras los votantes de izquierda apuestan por quedarse en casa. Y no, la culpa no es de la gente, aunque algunos tratarán de disparar burdos clichés sobre el votante de izquierdas para hacer un diagnóstico superficial de la situación y recetar homeopatía.
Pero como dijo Pasionaria en un mitin en Francia cuando ya llevaba 30 años en el exilio “aquí no hemos venido a llorar como las hijas Jerusalén”. Porque otros momentos históricos nos demuestran que hay una vía capaz de romper las barajas del sistema. El trabajo sobre la realidad concreta es un arma para construir algo muy importante: la alternativa. La alternativa es la última consecuencia de quienes se rebelan contra un sistema que condena a nuestra comarca a ser una colonia de ultramar.
Construir la alternativa implica la elaboración de un Proyecto, que desde el análisis científico y multidisciplinar ponga sobre la mesa un escenario real, pero enmarcado dentro de una utopía que actúa como guía. Y para ella se necesitan mujeres y hombres que con ilusión y trabajo cotidiano arrimen el hombro para levantar tal empresa. Esto no va de caras, de logos o panfletos, para los que ya habrá un breve lapso de tiempo que nos concede el sistema. Construir la alternativa va más allá de una campaña electoral o un mejunje de siglas. Conlleva desarrollar los aspectos concretos de un modelo de comarca, de empleo, de derechos, de economía… llegando al detalle de cuál será la anchura de la carretera que haremos, si es preciso.
Es la expresión revolucionaria del trabajo continuado sobre el territorio y con su gente, que de vez en cuando puede tomar forma de voto, sin ser un fin en sí mismo.
Se acaban de abrir cuatro años para quienes, desde la más sincera voluntad quieran transformar la realidad, se pongan marcha. La campaña electoral empezó el mismo lunes y ya se han perdido varios días.
Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza.
Antonio Gramsc
Autor: Iván Samprón